Unos de los elementos más típicos y representativos de les Fogueres de Sant Joan son los típicos trajes con que se visten los y las alicantinas para acudir a los distintos actos donde se requiere este tipo de indumentaria: desfiles, actos oficiales, actos de representación, etc.
Se trata de una indumentaria muy llamativa y fácilmente reconocible de entre el gran número de trajes regionales existente a lo largo de nuestra geografía nacional.
El traje de alicantina que hoy podemos contemplar en las calles es riquísimo pero no siempre ha tenido el mismo aspecto, sino que ha ido evolucionando a lo largo de la historia gracias al trabajo de investigación de los indumentaristas especializados. Ellos hacen posible que alicantinos y alicantinas puedan lucir el traje regional con la mayor fidelidad posible a la tradición, aderezados con una gran dosis de riqueza y creatividad.
La base es el traje del siglo XVIII pero las telas, los aderezos, los cortes, se han ido actualizando y enriqueciendo tanto que a veces resulta realmente difícil imaginar al verlos que pudieran ser ropas utilizadas antiguamente por las gentes del campo.
No obstante hay que decir que gracias a estos trabajos de investigación, se ha abierto más el abanico de trajes relacionados con la fiesta, afortunadamente se está perdiendo la uniformidad que se evidenciaba en las últimas décadas. Se han incorporado elementos (pañuelos, gorros, etc.) que habían quedado en el baúl del olvido. Esta variedad en los diseños ha redundado en beneficio de quienes los contemplan.
Otro capítulo aparte merece el conocido como “traje de novia alicantina”, traje que únicamente pueden lucir Belleza y Damas del año en que desempeñan esos cargos.
El traje de novia alicantina es una creación de Tomás Valcárcel Deza y marcó una época en la Fiesta de Fogueres. Lo diseñó e instauró en 1971, no sin cierta polémica, y es el que todavía lucen hoy en día nuestras Bellezas y Damas, aunque también hay que decirlo, con algunas modificaciones respecto del original para adaptarlo a los nuevos gustos.
Alrededor de los trajes regionales existe un red importante de industrias que se dedican en exclusividad al diseño y confección de los mismos, así como de aderezos (pendientes, broches, gargantillas…) zapatos y otros complementos (abanico, mantón…)
Las posibilidades son tan amplias que existe, dentro del Reglamento de Fogueres, un extenso capítulo (el capítulo VIII) dedicado específicamente a cómo debe ser la indumentaria y los elementos que la componen.
La parte más “dolorosa” es el alto coste que supone adquirir traje y complementos. Se trata de cantidades que no siempre están al alcance de cualquier bolsillo, aunque cuando el amor por la Fiesta es lo que prima, nadie escatima esfuerzos dentro de sus posibilidades.